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Foto del escritorOmar Linares

La vida es cambio


Harry Sandhu


Solemos creer que en la vida pocas cosas cambian. Segundos, minutos, horas: los días se acumulan en un presente constante que parece querer devorarnos. “Es siempre lo mismo”, nos decimos frustrados, y seguimos hundiéndonos en él, experimentando su lentitud. Como si de una tortura se tratase, nos sentimos encerrados en una pausa del tiempo, en la que no ocurre nada ni se avanza hacia alguna parte. Estancados en el tiempo, nos perdemos el flujo de la vida.


Frente a esta experiencia cotidiana del presente, en el que nada parece moverse ni avanzar, podemos encontrar otra muy diferente. En ocasiones, nuestro pensamiento escapa del momento actual y se proyecta hacia el pasado. Cuanto más atrás mira, más cambio percibe: personas que estaban y ya no están, otras nuevas que han aparecido, aficiones, hábitos y otros giros que han ocurrido en nuestra vida, que se muestran de esta forma a nuestra mirada.


Todos esos cambios ocurrieron sin ocultarse, a la vista, pero no fueron captados. Esto se debe a que al ocurrir de forma natural, como parte de un proceso mayor, no destacan ni llaman nuestra atención: pero están ahí.


Vivimos inmersos en cambios que no percibimos


Todo en la vida es proceso. Lo que sucede hoy es fruto de la infinidad de interacciones que lo han posibilitado. El momento presente es una trama tejida con los hilos de hechos pasados. Cuanto ha ocurrido, la totalidad del pasado, ha sido necesario para construir el momento presente. No se trata del destino, sino sencillamente de la historia; una historia que nunca cesa.


Cuanto ocurre en nuestra vida es la suma de procesos que alcanzan constantemente su culmen en el momento presente, pero aun así continúan avanzando: relaciones personales que nacen, se transforman, dan lugar a otras, terminan; cadenas de acontecimientos que crean oportunidades, clausuran otras... Procesos que se suman entre sí, dando lugar a nuestra vida.


La mirada es capaz de revelar el cambio


Percibimos el momento presente como algo estancado y carente de cambio y, sin embargo, es un espacio de movimiento constante. Solo nuestra mirada tiene el poder de ampliar su perspectiva para captar el movimiento de la vida. Es ella la que puede escapar del instante, para tomar contacto con la estela que ha dejado.


Nuestro pensamiento puede decidir detener el tiempo de la experiencia, salir del flujo del presente y cambiar el enfoque desde el que percibe lo que vive. Encerrados en el ahora, no entenderemos su origen, ni seremos capaces de imaginar su futuro. Cambiando la perspectiva, veremos que nuestra vida es un intenso despliegue de posibilidades.


De esta forma nos será posible volver a un presente del que queríamos huir, para quedarnos. Lo que antes provocaba hastío, podrá causarnos fascinación. Es lo que ocurre cuando comprendemos que el segundo presente es radicalmente diferente del anterior, y que ocurrirá lo mismo con el próximo. No es posible aburrirse cuando uno ha entendido que todo fluye, nace y muere en el ahora.


¿Eres consciente de los cambios en tu vida?


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