En este #SemillasdeFilosofía abordamos la cuestión del aislamiento existencial de la mano de Arthur Schopenhauer y el dilema del erizo.
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¿Te has preguntado por qué las relaciones personales son tan difíciles? Aunque te parezca extraño, Schopenhauer nos legó una idea que podría ayudarte.
Se trata del dilema del erizo. Cuando tienen frío, los erizos necesitan acercarse entre sí, para acurrucarse y recibir calor unos de otros. En invierno, es la única forma que tienen para no morir de frío.
Sin embargo, tienen su piel cubierta de púas. Por lo tanto, si se acercan demasiado, acabarán por pincharse. Eso que recubre su piel y que usan para protegerse, les impide el acercamiento y contacto que necesitan.
No es difícil ver que el dilema del erizo refleja la paradoja afectiva del ser humano. No queremos sentirnos aislados y necesitamos del contacto con el otro, pero si no aprendemos a acercarnos de forma adecuada, acabamos haciéndonos mucho daño.
A pesar de lo que pudiera pensar Schopenhauer, la conclusión del dilema del erizo no es pesimista. Que sea difícil abrirse al otro no implica que sea imposible. Es un reto que estamos llamados a afrontar, ya que a pesar de dolor que podamos sentir en nuestras relaciones, el otro es un tesoro inabarcable al que jamás podemos renunciar.
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